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Cenando En La Oscuridad

La semana pasada trabajé en Berlín dando un curso para gerentes sobre liderazgo y como parte del entrenamiento llevamos a los participantes a una cena en la oscuridad. La actividad tenía como objetivo experimentar por un par de horas, lo que significa no utilizar nuestra vista y prestar atención a otros sentidos como el olfato, el gusto y la audición. Cada persona puede dar significados diferentes a lo que le pasa en esta experiencia pero un punto a trabajar de aprendizaje es como nos comportamos cuando no tenemos toda la información que necesitamos para tomar decisiones y cómo reaccionamos al sentirnos perdidos o en situaciones nuevas y diferentes.

A veces usamos la expresión, “nos sentimos en la oscuridad” cuando creemos que no tenemos toda la información necesaria para sentirnos seguros en tomar decisiones. Una vez en el restaurante, antes de entrar en la completa oscuridad, te dan la opción de elegir tu plato entre menús vegetariano, carne, pollo o sorpresa y la bebida que desees para la cena. En mi caso, elegí la cena sorpresa que implicaba que no iba a saber lo que comía hasta que lo probara! La experiencia fue muy interesante porque me permitió descubrir que aún en la oscuridad completa, podía usar mi intuición para encontrar los cubiertos, la comida y la bebida. Aunque algunas veces me llevé le tenedor a la boca sin nada, de todos modos pude asegurarme de terminar mi plato con carne y papas preparadas a un estilo alemán. También la conversación en mi mesa, con otros 5 participantes del programa que estaba facilitando, estuvo muy interesante.

Cuando no podemos ver y nos enfocamos en otros sentidos, estos tienen una nueva dimensión. Por ejemplo, antes de empezar a cenar, olí los alimentos para identificar qué era lo que iba a comer. En esta situación la confianza es muy importante. ¿Has comido alguna vez algo que no has visto qué era? Creo que en mi vida, fue la primera vez que comí algo que no pude ver y que nunca voy a saber cómo se veía. Todavía tengo curiosidad de cómo se vería esta comida. En estos casos la otra manera de conseguir información sobre la comida que tenía en frente era con el sentido del olfato. Cuando olí mi platillo, que no puedo decir que tenía buen aspecto pero puedo decir que tenía un muy buen aroma, creí que era pollo, pero cuando lo empecé a cortar me di cuenta que era carne. También, ante la dificultad de cortar la carne, me di cuenta de que tenía el cuchillo agarrado al revés y que estaba tratando de cortar con la parte plana del cuchillo en vez con la parte que tiene el serrucho…

En esta experiencia de aprendizaje, valoricé el sentirme seguro aún sin hacer todo perfecto, sin tener toda la información que tenía, y cometiendo algunos errores. El estar abierto a nuevas experiencias de aprendizaje nos da la oportunidad de reconocer la posibilidad de valorar lo que algunas veces damos por sentado, como puede ser nuestra capacidad de ver. En estas situaciones de exposición a desafíos, podemos desarrollar habilidades que nos permiten ser más efectivos en nuestras vidas. Por ejemplo, la flexibilidad para adaptarnos a nuevas situaciones.

Compartiendo esta experiencia con colegas, la primera reacción fue, “no estoy seguro si disfrutaría de la cena”. Lo que es interesante que para poder disfrutar de la experiencia necesitamos estar lo suficientemente abiertos a dejar ir el “control” de la situación, confiar en el restaurante y sus cocineros y por supuesto, estar dispuestos a tomar riesgos y aprender de nuevas experiencias.

Por: Damián Goldvarg, Ph.D.