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¿Confianza o ingenuidad?

¿Confianza o ingenuidad?

Por: Damián Goldvarg

El mes pasado tuve la oportunidad de trabajar en Shanghái , China, y antes de empezar el programa de coaching para gerentes que iba a facilitar, tenía un día libre y decidí ir al museo de la ciudad. Después de la visita a un museo realmente extraordinario, estaba afuera, en el jardín del museo buscando en el mapa cómo llegar a mi próxima atracción turística cuando un grupo de 4 jóvenes chinos me pidieron que les saque una foto. Después de sacarles la foto, muy amistosamente se presentaron y  me contaron que eran de Beijing y que estaban de visita en la ciudad.  Uno de ellos era de mi edad , era profesor en la Universidad de Beijing y estaba visitando la ciudad con dos de sus estudiantes. El cuarto era maestro de Chino a extranjeros y vivía en Shanghái.  Me preguntaron de dónde era, que hacía y empezamos un diálogo muy ameno. Me preguntaron por mi próximo destino y me contaron que iban a visitar una casa de té y si estaba interesado en aprender de la ceremonia del té.  Me dio curiosidad y acepté la invitación. Caminamos dos cuadras en las que me contaron de los desafíos de China, de los cambios sociales y de sus experiencias laborales. Yo estaba encantando compartiendo experiencias con un grupo de jóvenes muy inteligentes e interesados en aprender sobre coaching y liderazgo.

Llegamos a la casa de té que se encontraba dentro de un complejo de negocios y entramos a un cuarto donde tenían todo preparado para la ceremonia. La experiencia fue muy interesante. La mujer china que hizo la ceremonia recibía traducción de los jóvenes y me iban explicando todo lo que decía y hacía.  Pensé que tenía mucha suerte de haber conocido a estos jóvenes porque sin ellos nunca hubiese tenido la oportunidad de aprender de esta ceremonia. Probé de varios tés y brindamos varias veces además de repetir algunas de la oraciones del ritual.  Aprendí algunas diferencias entre los tés de China. También el maestro de Chino me enseñó varias palabras. Al final estaba encantado y pensé que sería una buena idea invitar a este grupo tan gentil y agradable.  Cuando llegó la cuenta, el profesor me preguntó si estaba dispuesto a compartir los gastos e invitar a los estudiantes y acepté con gusto pero cuando llegó la cuenta era por 2000 rmb por persona que sería lo equivalente a 350 dólares.  Me pareció muy cara la ceremonia y los tés que nos estábamos llevando. Había salido del hotel con 1000 rmbs y les ofrecí pagar con tarjeta de crédito que no aceptaron.  Se creó un poco de tensión. Terminé ofreciendo 700 rmbs que era lo que me quedaba de la mañana y quedándome con dinero para tomar un taxi de vuelta y los aceptaron.

Nos despedimos calurosamente y de camino a mi próxima visita me puse a pensar que los tés eran demasiado caros.  Me pareció que había algo raro pero no podía explicarlo.  Cuando llego a la zona turística del río, se me acercan tres jóvenes chinos y me pidieron que les saque una foto. Les saco la foto y me empiezan a hacer preguntas sobre mi visita y finalmente me ofrecen si quiero ir a una casa de té. En ese momento sentí como un balde de agua fría y me di cuenta que lo único que querían esos jóvenes tan simpáticos era sacarme dinero. Me sentí un idiota, indagando conmigo mismo y pensé que me podrían haber sacado más dinero si hubiese tenido en efectivo. Pero después de unos minutos de enojo, de sentirme una víctima (a todos nos gusta sentirnos víctimas de vez en cuando) decidí mirar la experiencia desde otro ángulo. ¿Que podría aprender de esto que me acababa de pasar? Me di cuenta que a a veces confío demasiado en la gente. No se me pasó por la cabeza en ningún momento que estos jóvenes tenían otra intención. Si me hubiese dado cuenta de lo que estaba pasando quizás hubiese reaccionado negativamente  y podría haber sido víctima de violencia.  En otras palabras creo que la “saqué barato” como decimos en mi tierra. ¿Qué otro aprendizaje podemos tener de experiencias de este tipo? No podemos dejar de confiar en la raza humana pero sí podemos ser muy cuidadosos, en especial con desconocidos por más simpáticos que parezcan.