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La Anatomía De La Paz ¿Tu Corazón Está En Paz O En Guerra?

La semana pasada terminé de leer el libro “La Anatomía de la Paz” publicado por el Instituto Arbinger y me gustaría compartir con ustedes algunas ideas presentadas. El libro, que está escrito como una novela en la que el personaje principal tiene que lidiar con varios desafíos con su hijo y con su compañía, explica como podemos elegir la “paz” o la “guerra” en nuestras interacciones diarias. Las ideas se pueden aplicar a muchos niveles, desde las relaciones con nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos, hasta las relaciones entre equipos, organizaciones y naciones. Una de las propuestas centrales del libro es que cuando nos relacionamos con los otros podemos tratarlos como “seres humanos” o como “objetos”. Esta idea originada en los pensamientos de Heidegger y Martin Buber, me pareció interesante.

Cuando tratamos a los otros como personas, como si nos tratásemos a nosotros mismos, nos conectamos con sus pensamientos, emociones, valores. Puede ser que no estemos de acuerdo con ellos, pero nos comportamos como si la persona con la que nos estamos relacionando se merece todo nuestro respeto e interés. El mismo que tenemos por nuestras propias ideas. En cambio cuando tratamos a la otra persona como un objeto, nos olvidamos de sus sentimientos, ideas, convicciones, y como resultado de esa distancia lo único que nos preocupa es lograr nuestros objetivos personales y ganar la “guerra”. Esto puede suceder en todos los niveles de nuestra vida, no solo en el trabajo. Cuando tratamos a los otros como objetos, nos sentimos con el derecho de conseguir lo que queremos sin importarnos los resultados que estas decisiones puedan tener para los otros. No es solo lo que hacemos pero cómo lo hacemos, nuestro lenguaje corporal, tono de voz. No es solo lo que decimos, cómo lo decimos, las palabras que usamos. No es solo lo que hacemos sino quienes estamos siendo. Independientemente de los desafíos que tengamos, siempre podemos elegir quienes queremos ser en una situación. Si nuestro corazón está en paz, es más difícil ver a los otros como objetos.

Hay situaciones en las que los otros puedan ser obstáculos para conseguir nuestras metas. A veces, es necesario que nuestras prioridades estén antes que la de los otros. En el trabajo, los objetivos del equipo o de la organización pueden estar primero que los de las personas. Pero cuando nos “olvidamos” de incluir a los otros, no tomamos en cuenta sus necesidades, puede ser que se frustren, y decidan no colaborar con nuestros proyectos. Por ejemplo, una colega con la que tenía que co-facilitar una reunión, mandó la invitación y la agenda y no me preguntó por mi disponibilidad o por mis ideas antes de mandar el correo a todos los integrantes del equipo. Podría ser evaluado como un “olvido” pero es un ejemplo de cómo al estar enfocado en conseguir resultados no tomamos en cuenta las ideas de las otras personas. El resultado es frustración y resentimiento. Empieza un círculo vicioso en el que el que se siente excluido se va a “vengar” y quizás tenga un comportamiento “pasivo-agresivo” durante la reunión o la boicotee. El resultado es que todos pierden. En mi caso para prevenir esto, mandé a mi colega un correo expresando mi interés en trabajar en equipo y como lo que ella había hecho no era un buen ejemplo de eso. En vez de “vengarme calladamente” traje a la conversación mi inquietud, expliqué mi perspectiva de cómo su comportamiento me había afectado, haciéndome responsable de mi reacción y no poniéndome en lugar de víctima. Este lugar de víctima es preferido por muchas personas porque cuando somos víctimas no somos responsables de las situaciones o resultados.

Es más fácil culpar a los demás que tomar acción. Lo interesante es que los que tratan a los otros como objetos terminan sufriendo las mismas consecuencias, pues como un “boomerang” probablemente reciban rechazo y falta de cooperación. El desafío es que la respuesta termina produciendo más de lo mismo. La persona que se siente tratada como objeto termina tratando a los otros como objetos también.

Te invito a que reflexiones en tu vida y consideres si hay alguien que tú sientes que te trata como un objeto o si tú estás tratando a alguien como un objeto. Si puedes identificar estas situaciones te invito a que consideres que es lo que puedes hacer al respecto. ¿Necesitas disculparte con alguien? ¿Estás dispuesto a poner más atención a situaciones en las que puedes estar tratando a otro como objetos? Recuerda que siempre puedes elegir quién quieres ser en tus diferencias con los otros. Te deseo suerte en tu exploración.

Por: Damián Goldvarg, Ph.D.