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La Grandeza Está En Cada Uno De Nosotros

La semana pasada miré por televisión los juegos olímpicos y fue una experiencia muy interesante observar como los atletas enfocaban su atención y energía para ganar, haciendo el trabajo más efectivamente posible. Años de esfuerzo y dedicación para ser probados en pocos minutos. Era emocionante ver a los mejores deportistas del mundo desempeñarse con la mayor eficacia que eran capaces y algunos alcanzar su sueño: ser el mejor y obtener la medalla de oro. Las medallas de plata y bronce no estaban mal de todos modos, y en este esfuerzo inigualable, cada jugador ponía todo lo mejor de si mismo y demostraba todo o más de lo que era capaz, desplegando toda su grandeza.

Las competencias eran muy emocionantes pero lo que me sorprendió e impactó más fue una propaganda de Nike. La cantidad de propaganda durante los juegos olímpicos era exagerada y durante los comerciales bajaba el volumen y trabajaba en mi computadora. Pero en un momento me llamó mucho la atención un comercial dónde se veía a un adolescente obeso correr en cámara lenta desde el horizonte hacia la cámara. Decidí subir el volumen. Una voz en off daba un mensaje extraordinario: la grandeza está en cada uno de nosotros. No depende de la edad, religión, educación u orientación sexual. La grandeza no es solo un privilegio de los deportistas olímpicos.

Me encantó el mensaje porque me recordó que cada uno de nosotros tiene la posibilidad de valorar y aprovechar nuestra grandeza para ponerla a trabajar en alcanzar nuestras metas. Podemos definir a la grandeza de muchas maneras pero me gustaría referirme en este artículo a la posibilidad de traer lo mejor de nosotros, eso que nos hace grandes, que es diferente para cada uno y que muchas veces lo olvidamos. La grandeza de cada uno se puede demostrar de muchas maneras. Pueden ser tus habilidades que te permiten influenciar a otras personas, apoyarlas, persuadirlas, acompañarlas, orientarlas, desafiarlas. O tu capacidad de producir resultados en diferentes ámbitos de tu vida, a nivel profesional, personal, comunitario. O tu capacidad deportiva o artística. Quizás eres un grandioso jugador de football, tenis o ajedrez. Quizás un bailarín, músico, actor, pintor o escritor fantástico.

¿En qué área de tu vida eres grandioso? ¿Qué es lo que te hace grande a ti? Quizás sea tu capacidad de amar, construir, organizar, planificar. Quizás seas un grandioso hijo, padre, hermano, amigo. Lo que nos hace grandes no es solo lo que hacemos pero también quienes somos. ¿Cómo te relacionas con la gente?¿Cómo consigues tus resultados? Generalmente no nos detenemos a reflexionar sobre qué es lo que nos hace grandiosos. Es muy común que enfoquemos nuestra energía en todo eso que nos sale mal, en nuestros dolores, problemas, errores, debilidades y fracasos. ¿Eres un experto en encontrar lo que no funciona bien en el mundo? Si tuviese que compartir qué es lo que me hace grandioso podría decir que mi pasión. Quizás no soy un excelente escritor, pero mi pasión por compartir mis ideas me llevó a publicar dos libros. Mi pasión me hace un compañero de trabajo comprometido. Me hace un entrenador y maestro entusiasmado que mantiene el interés de la gente durante mis presentaciones.

Te invito a que reflexiones sobre tu vida y la mires como un observador desde un helicóptero. Si tuvieras que describir qué hace grandioso a esa persona (tú mismo) que estás observando ¿qué dirías? Recuerda que estamos hablando de grandiosidad no de perfección. Nadie es perfecto, pero cada uno tiene algo que nos hace grandiosos. Eso que nos hace sentir orgullosos. Cuando enfocas tu energía en reconocer lo grandioso que eres tú y la gente que te rodea, empiezas a descubrir que la grandiosidad está en toda partes!

Por: Damián Goldvarg