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Muchas opiniones y consejos a veces no ayudan

Muchas opiniones y consejos a veces no ayudan
Por: Dr. Damián Goldvarg 

Cuando nos encontramos con desafíos en nuestras vidas y no sabemos qué hacer muchas veces confiamos en nuestros seres queridos y personas con las que compartimos nuestras vidas para que compartan sus opiniones o consejos sobre nuestra inquietud. Eso puede favorecer nuestra capacidad de entender lo que nos está sucediendo, tomar decisiones y lidiar con este desafío de una manera más efectiva. Pero no siempre sucede eso. A veces las opiniones de los otros pueden confundirnos en vez de ayudarnos a clarificar un asunto.  Voy a compartir una experiencia personal.  Hace dos semanas, en el gimnasio me lesioné la cadera haciendo pesas.  El dolor fue empeorando de a poco y empecé a compartir mi experiencia de dolor con amigos y compañeros de trabajo y les preguntaba por sus opiniones sobre cual sería la mejor estrategia para seguir para lidiar con el dolor que cada vez era más agudo.  Un amigo cercano me recomendó ir a ver a un quiropráctico que le había ayudado mucho con su dolor de espalda. Decidí seguir su consejo y lo fui a visitar. La consulta salió en $150 dólares.

Nunca había ido a un especialista de este tipo y me dio curiosidad de cómo trabajaba. Después de darme calor en la espalda para ablandar los músculos, usar una máquina de ultra sonido, moverme un poco y ordenarme los huesos, me recomendó que tomara más agua, me pusiera frío en vez de calor en la cadera (que era lo que me había recomendado una amiga enfermera) y que vuelva en una semana para seguir el tratamiento.  Me dijo que al día siguiente me iba a sentir mejor.  Llegó el día siguiente y no había mejorado.  Pero tenía que salir de viaje por dos semanas así que decidí pedir consejo cuando llegase a Buenos Aires a visitar a mi familia. Haí cada uno me dio su consejo, que hiciera ejercicios de elongación, que fuera a ver a un osteópata en vez de a un quiropráctico, que fuera a un médico, que hiciera otros ejercicios diferentes a los que venía haciendo.

A la semana siguiente, en mi trabajo en Brasil, me recomendaron que no hiciera ningún tipo de ejercicio porque empeoraría el problema.  Salí a pasear por Copacabana en Río de Janeiro y me tuve que volver porque no podía caminar del dolor. Cada vez el dolor se iba haciendo más agudo. El último día de mi trabajo no me podía mantener en pie. Ayer de viaje de vuelta me acordé del consejo de mi madre, que vaya a ver a mi médico. Me pareció que quizás era el más efectivo y eso es lo que hice. Tengo un médico de muchos años al que le tengo mucha confianza.  Cuando lo fui a visitar me dio un tratamiento con un medicamente fuerte para la inflamación y me recomendó hacer ejercicios de estiramiento. También me recomendó no volver al quiropráctico. Vengo siguiendo sus recomendaciones con resultados positivos. Me pregunté porque no se me ocurrió ir al médico desde un principio. Quizás no consideré que el problema era tan grave, y estuve buscando soluciones caseras para resolver algo que fue empeorando. Tal vez visitar al médico es siempre la mejor primera opción.

Lo que aprendí de esta experiencia es que cuando uno se encuentra confuso, con falta de información o experiencia al respecto de un tema, tiene que tener mucho cuidado a quién le pide consejo.  Los expertos deben ir primero a la cabeza de las opciones. También aprendí que no necesitamos esperar hasta que las cosas no funcionen del todo para pedir ayuda, pero ayuda en el lugar apropiado.  Finalmente aprendí que cuando uno tiene dificultades, aunque no sepa del tema o no tenga experiencia, nuestra intuición es sabia.  Tenemos que prestarle atención. En mi caso pensé desde un primer momento en ir al doctor, pero deseché la idea porque creí que no era necesario. Si hubiese ido desde el principio del dolor, me hubiese quizá ahorrado dos semanas de dolores intensos.

El Dr. Damián Goldvarg es un coach de ejecutivos, facilitador de programas de liderazgo y crecimiento personal. Para comunicarte con él lo puedes hacer a atusaluddg@aol.com.