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Nunca estoy disgustado por la razón que creo

Gerald Jampolsky en el libro “Amar es liberarse del miedo” plantea que muchas veces detrás de lo que nos enoja hay otras cuestiones que no son tan claras para nosotros. El poder clarificar qué hay detrás de nuestras emociones puede ser la llave para la felicidad y la paz interior. Por lo general, creemos que el mundo es la “causa” de nuestros sufrimientos y enojos. Nosotros sufrimos el “efecto” de los comportamientos de nuestros jefes, vecinos, amigos, y parejas. Pero si estamos dispuestos a mirar la realidad desde otra perspectiva, podemos transformar nuestras creencias para alcanzar un mayor bienestar general. En ese caso podremos considerar que lo que “causa” nuestro sufrimiento no es algo externo sino que en realidad nuestros pensamientos, y nuestras interpretaciones de esa realidad, son lo que “causa” nuestra infelicidad y/o enojo. Cuando esto es posible se abren nuevas posibilidades para nuestras vidas. Podemos dejar de culpar al mundo por nuestras desdichas y explorar cómo nuestros pensamientos son nuestros peores enemigos y cómo la causa de nuestro sufrimiento muchas veces son nuestros propios pensamientos y no necesariamente el mundo externo.

goldvarg1Si interpretamos al mundo como un lugar hostil, vamos a tener pensamientos de hostilidad que nos van a llevar a tener comportamientos defensivos y vamos a estar desconfiando de toda la gente. Pero si tenemos pensamientos de paz y bienestar, también vamos a interpretar que el mundo es un lugar seguro y apacible y nuestra actitud y comportamientos van a ser muy diferentes. Vamos a prestar más atención a las cosas positivas que nos pasan que a las cosas negativas. Lo importante es que todo el tiempo podemos elegir los pensamientos que vamos a tener. Esto va a determinar cómo nos vamos a sentir, y qué es lo que vamos a hacer. La paz mental se inicia con nuestros pensamientos y de ahí se traslada al mundo exterior.

En resumen, cuando nos damos cuenta que lo que en realidad nos molesta no es algo externo sino que está en nuestros propios pensamientos, podemos elegir tener nuevos pensamientos. Entonces nos damos cuenta que no estamos disgustados realmente por la razón que creemos. Por ejemplo, la semana pasada me enojé porque le mandé un artículo a mi expareja que pensé que le podía interesar y me contestó que no quería tener ningún tipo de relación conmigo y que no lo contactara más. Mi primera reacción fue de enojo y de creer que su pedido era injusto. Pero después lo pensé mejor y me di cuenta que el enojo que tenía era en realidad tristeza porque tenía la fantasía que íbamos a poder ser amigos y me di cuenta que no iba a ser posible. El perdonarle y perdonarme me permitió sentirme mejor con la situación y dejar irle finalmente de mi vida. O sea que el enojo no fue por el rechazo sino el darme cuenta que esa relación de amistad que estaba buscando no iba a suceder.

En otro momento de mi vida, hubiera estado enojado por días o semanas por una situación que interpretaba como injusta. Pero cuando nos damos cuenta que tenemos la posibilidad de elegir qué tipo de pensamientos vamos a tener, podemos más fácilmente enfocarnos en todo lo que funciona y tener sentimientos de gratitud que permiten enfocar nuestra vida con mayor calidad, satisfacción y paz interior.. Te invito a que reflexiones en tu vida, qué áreas son en las que tienes quejas o estás a disgusto y evalúes si hay alguna posibilidad de que al cambiar tu interpretación de la situación cambien tus pensamientos y sentimientos al respecto.

Por: Dr. Damián Goldvarg