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Sufriendo en Silencio

La violencia doméstica es un abuso que con el tiempo se ha convertido en algo común en nuestra sociedad, en cualquier lugar de este planeta. Es muy triste saber que por causa de esta situación muchas personas han perdido la vida en manos de sus parejas. Vivir la experiencia de violencia doméstica puede traer muchas consecuencias muy graves, incluyendo el daño psicológico y físico, hasta llegar a quere quitarnos la vida, pues es tan grande el traumatismo que este abuso causa que es muy difícil tratar de salir adelante y vivir una vida normal sin frustraciones y rencores. Puede ser tan fuerte el deseo de venganza por hacer justicia que puedes perder la razón.

Es muy difícil entender a una persona que sufre por violencia doméstica, pero cuando te pasa a ti es cuando comprendes y sobre todo sientes en carne propia lo que otras víctimas sufren. Tristemente yo pude entender a mi madre quien murió a causa de maltratos por parte de su esposo. Pero aun peor que los maltratos y gritos acompañados de golpes y amenazas de muerte ella sufrió el abandono de sus seres queridos, incluyendo el mio y toda la familia. Todos le dimos la espalda y preferimos criticarla, juzgarla sin siquiera preguntarle por qué permitía todos esos maltratos y seguir viviendo con él.

Nadie pudo o trató de comprender lo que ella verdaderamente estaba sufriendo, ¿por qué? Tal vez por que ella sufría en silencio y no aceptaba que estaba siendo abusada y que tenía problemas y que necesitaba pedir ayuda. Mi madre siempre decía “EL DÍA QUE YO ME MUERA ME VAN A QUERER SACAR DEL PANTEÓN VIVA, PERO YA VA A SER DEMASIADO TARDE, PORQUE YO LOS VOY A IGNORAR COMO ME IGNORARON A MI POR TANTOS AÑOS.”
Y lamentablemente tenía razón, porque hoy yo la necesito y la necesité por muchos años, años que la vida nos separó por diferentes circunstancias. Fueron muchos años que perdimos separados y que no podrán volver.

Yo logré entenderla cuando mi ex-pareja me golpeó por varias ocasiones y fue en ese momento cuando pude abrir los ojos y comprender lo que ella sufría, lo que sentía cuando era golpeada, la humillación que uno siente. Fue muy difícil afrontar la situación y sobre todo aceptar que el hombre que más amas te golpea, no fue fácil porque él era todo para mi, y sé que fué y será el amor de mi vida, pero gracias a no querer cometer el mismo error de mi madre hice a un lado todo ese amor y lo puse en una bolsa para después tirarlo en la basura.

Fue demasiado tarde cuando abrí los ojos y quise ayudar a mi madre, pues ella ya estaba acostumbrada al maltrato y sobre todo no quería ser ayudada, pues seguía enamorada de ese maldito y poco hombre y era tanto su amor o tal vez obsesión que no le importaba el maltrato. Y así siguió hasta perder la vida el 18 de junio del 2009, maltrato que duro 22 años y que le costó la vida.

Su muerte fue un golpe muy fuerte para mi. Con su muerte aprendí muchas cosas, es duro decirlo pero con su muerte aprendí a amarme, a no dejar que nadie me maltrate con tal de estar en una relación, aprendí a salir adelante sin depender de un hombre. Ese 18 de junio cambió mi vida, fue una madrugada muy obscura, llena de lágrimas, gritos que solamente mi almohada y yo escuchamos, lloré, me arrastré, sentía una impotencia muy grande, quería quitarme la vida. Recuerdo que estaba en un cuarto donde entraba un aire muy frio, yo estaba en la cama llorando, tratando de controlarme y entender que la vida me acababa de dar un golpe muy fuerte. No quería que nadie supiera que estaba derrotado, que estaba a punto de perderme en el dolor, solamente me acompañaba una persona que no sabía muy bien lo que estaba pasando, solamente sabía que alguien había muerto y que yo estaba destrozado, me abrazó, me escuchó mientras yo seguía tratando de controlar mi coraje, mi rabia contra ese maldito hombre.

Decidí no viajar a Guadalajara a darle el último adios a mi madre, sabía perfectamente bien que si lo hacía cometería una estupides que me costaría estar el resto de mi vida en la carcel, decidí seguir mi vida y me presenté a trabajar después de un día de agonía, fue muy difícil, eran la 5:30 de la madrugada un día después de la muerte de mi madre y yo en camino a mi trabajo con mi corazón hecho pedazos, era tan difícil pensar que al mismo tiempo que yo trabajaba, en Guadalajara estaban velando a mi madre, fueron muchas emociones encontradas. Después de meses de locura y tristeza traté de entender lo que pasaba por mi mente y corazón, busqué ayuda y opiniones, gracias a la virgen de Guadalupe mucha gente me ayudó y me sigue ayudando con consejos o simplemente escuchándome o abriéndome las puertas de sus casas.

Después de tanto buscar cómo sacar todo ese dolor encontré la mejor manera que fue escribiendo, escribir es como una terapia, la mejor para ayudar con cualquier tipo de problema. Y hací decidí escribir mi libro, donde comparto mis memorias, mis tristezas y sobre todo cómo superé mis derrotas. También hago un llamado a nuestra comunidad a que se unan en esta guerra contra la violencia que ha cobrado la vida de muchas madres y muchas otras personas de todo el mundo. Pero antes de terminar mi libro quise compartir con mi comunidad gay un poquito de mi experiencia porque sé que juntos podemos hacer la diferencia tratando de ayudar y escuchar a todas esas personas que son ignoradas y que piden a gritos ayuda.

Juntos podemos ayudar a entender a nuestra comunidad, transmitir el mensaje de que está bien equivocarse y aceptar que necesitamos ayuda y que no siempre todo en la vida va a ser color de rosa y que sobre todo nunca es tarde pare cambiar y aceptar nuestros errores. Gracias a este maravillo espacio que Revista Adelante me brindó puedo compartir un poco de mi experiencia junto con la de MI MADRE.

Ana María González (Mi Gran SEÑORA)
Descanse en Paz

Por: Octavio Del Castillo