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Vergüenza

Vergüenza, que proviene del latín verecundĭa, es la turbación del ánimo que se produce por una falta cometida o por alguna acción humillante y deshonrosa, ya sea propia o ajena. Este sentimiento suele encender el color del rostro, dejando en evidencia a aquel que lo padece. La vergüenza (también llamada “pena” en algunos países de América Latina) es una sensación humana, de conocimiento consciente de deshonor, desgracia, o condenación (Wikipedia).

La vergüenza es una epidemia en nuestra sociedad y nos limita de ser auténticos y vulnerables. Por el miedo al ridículo o al rechazo perdemos oportunidades de tomar riesgos o hacer cosas que pueden ser importantes para nosotros. Por vergüenza puede ser que no hablemos en una reunión, que no pidamos un aumento de sueldo, que no nos acerquemos a alguien que nos atrae, que no hablemos en inglés, que no hablemos con nuestros vecinos, que no bailemos, cantemos o demostremos nuestros talentos.

Pero… ¿Cuál es el costo de la vergüenza? Muchas veces detrás de esta experiencia se esconden pensamientos de inseguridad, de que no somos “suficiente”. Puede ser que no seamos suficientemente buenos, inteligentes, atractivos, jóvenes. Nuestro crítico interior nos hace callar y sentirnos que no somos valiosos. Cuando somos capaces de callar al crítico entonces nos empezamos a sentir mejor y llega nuevamente. Puede ser que pensemos ¿Quién crees que tú eres para hacer eso, o pensar eso positivo de ti mismo? Esta lucha interna es muy agotadora y nos quita energía para vivir una vida de la cual nos sintamos orgullosos y comprometidos a dar el 100% de nosotros mismos en nuestras actividades.

Vergüenza es diferente de la culpa, la primera es sobre quienes somos, la segunda es sobre lo que hicimos. Estudios de Brene Brown indican que la vergüenza está correlacionada con la depresión, drogas, bulimia, y violencia. Sin embargo la culpa tiene una correlación inversa, es decir que hace prevenir todas esas conductas. Cuando decimos “lo siento” me equivoqué, estamos reconociendo nuestra culpa. Cuando sentimos vergüenza lo que pensamos es que nosotros “somos una equivocación”, que hay algo mal con quiénes somos, la vergüenza va derecho a la identidad.

La vergüenza funciona diferente en los hombres que en las mujeres. Las mujeres, lo pueden experimentar como el resultado de no hacer todo perfecto. Para los hombres se relaciona con ser percibido como débil. Brene Brown propone que el antídoto para la vergüenza es la empatía. La gente que no tiene vergüenza es la gente que no se conecta con los demás o tiene empatía. ¿Cómo es tu empatía, o tu capacidad de ponerte en los zapatos de los otros? Cuando te pones en los zapatos de los otros puede ser que veas tanto a los demás como a ti mismo con más cariño y respeto.

Te invito a que reflexiones el papel de la vergüenza en tu vida y veas cómo te puede limitar. Por ejemplo, tengo un amigo que se avergüenza de ser VIH positivo y eso lo limita para salir y conocer nuevas parejas. Si bien todavía existe discriminación, nuestro valor como personas no puede estar dado desde afuera de nosotros. Necesitamos hacer crecer nuestro amor hacia nosotros mismos, pues es la única manera de crecer, desarrollarnos y vivir una vida plena. Te invito a que consideres el lugar de la vergüenza en tu vida y que hagas lo que necesites para acallar tu voz interior crítica y reemplazarla por una amorosa.

Por: Damián Goldvarg