Por: Mostro Vacci
foto por: Evgeniy Medvedev | Dreamstime.com
Es fácil decir que no crees en el amor. Muchos lo hemos dicho con la completamente convencidos de que es una vedad absoluta, ya que como dicen, cada quien habla depende de cómo le va en la feria, y al parecer, el amor es una fórmula muy difícil de despejar. X es tan elusiva a veces que la solución más fácil tiende a ser darnos por vencidos y jurar que nunca más, que nunca máááááás veneraremos su nombre. Sin embargo, en una parte muy profunda de nosotros queremos sentirnos vistos y amados por otro ser humano.
Tanto así que nos hacemos una fantasía muy al estilo de Hollywood de lo que es el amor y una relación. Nos imaginamos corriendo en cámara lenta uno hacia otro en un campo de margaritas mientras una música lenta y empalagosa suena en el fondo. Vemos en la película de nuestra mente risas y miradas tiernas, noches de bailes románticos y escenas eróticas perfectas donde hacer el amor es la cúspide de la manifestación del amor entre dos personas. Solo falta la mano en el vidrio empañado del carro mientras Celine Dion canta lentamente y un témpano gigante se acerca.
Pero en realidad no es así la cosa. Es un trabajo constante, una constante toma de decisiones y compromisos que ambos lados deben tomar. Es conectarse a un nivel tan profundo que a algunos incluso nos puede espantar. Es ser vulnerable y confiar completamente en otro ser humano. Es dejar tu vida en las manos de alguien que no eres tú y eso puede ser algo muy difícil para muchos de nosotros. Definitivamente hay gente que se la toma a la ligera, pero no es algo que debe ser un juego porque implica un compromiso muy grande y sacrificios iguales de gigantescos.
¿Pero qué pasa cuando sueltas todo tu amor y éste no es correspondido? Cuando sacas tu corazón y se lo muestras a alguien y esa persona no siente lo mismo por ti. Claro, no tiene ninguna obligación de amarte solo porque le ofreces algo, pero una cosa es que te digan que no quiere intentar algo y otra que jueguen contigo para ver qué provecho te pueden sacar. Una es ser honesto, la otra, simple crueldad. Ambas se sienten horrible, pero si a mí me hablan de frente, tienen mi respeto, si juegan conmigo, simplemente dejarán de existir en mi mundo y aunque llore un rato, la vida seguirá.
Algo que mucha gente no conoce es la paciencia, yo la conocí a la fuerza. Estoy en mi segunda relación y a pesar de que la primera no continuó fue hermosa en su tiempo y me trajo cosas buenas. Pero la gente se sorprende al saber que no tuve más novios en mi vida. La verdad eso no era algo que se me daba mucho, no era como que no lo buscaba, solo que simplemente no llegaba alguien que llenara ese vació que tenía que quería llenar con otra persona. Fue hasta después de años de terapia, mucha introspección y trabajo duro de encontrarme y amarme yo mismo que pude ver mi potencial como ser humano y por ende, pude compartir ese amor con otra persona.
Mientras tanto, le ofrecía mi vida y mi corazón a cualquier esperpento que se me atravesaba. Juraba mi eterno y perpetuo amor a todo tipo que llegaba y me mostraba el mínimo de atención. Incluso me conformaba con cualquier migaja de amor que me ofrecían con tal de sentir un poco de calor humano. Aceptaba juegos de palabras, juegos mentales, medias verdades y platos de segunda y tercera mesa porque eso era lo que sentía que me merecía, porque era el límite de mi valor. Porque era lo que me enseñaron que debía ser. Tenía que estar con alguien que me celara, que me hiciera menos y que me dijera lo que tenía qué hacer para sentirme amado y apreciado, si no, nadie me iba a querer.
¿Cuántas veces no salí corriendo a mitad de la noche para escuchar a alguien que necesitaba platicar o que ocupaba un favor solo para ser abandonado el momento que yo era el que requería ayuda? ¿Cuántas veces declaré mi amor para recibir un “en este momento no puedo” o un “te quiero como amigo”? Ahora comprendo que no era para mí eso, pero en esos momentos, me calaron hondo, me hicieron cuestionarme mi valor como persona y mi capacidad para ser amado. Fue hasta que logré apreciar lo que en realidad valgo que pude darme mi lugar y ofrecer alguien realmente valioso como pareja. No era mi tiempo, pero ahora lo es. Y no hay mejor tiempo que el presente.
Descubrí que la lealtad de muchos cambia dependiendo de qué tan útil eres para ellos. Por eso mis círculos son más cerrados, para darle toda mi energía y lealtad a esas personas que saben apreciarlos y que en realidad aprecian lo que tienen conmigo. Porque mientras unos me ven como alguien imponente y “persona de cuidado”, los que me aman me ven como alguien que los defiende ante todo y que les dice las cosas de frente en vez de cuchichear a sus espaldas. Amo abierta y profundamente y me dejo ser amado por quien tiene el valor de hacerlo en vez de estarme preocupando por hacer sentir bonito a quien solo me busca como un buen proveedor de su comodidad.
Como dice mi amiguita Natalia: Ya no estoy en venta, estoy de pie y bien alerta, eso del cero a la izquierda no me vaaaaaaaa…
Nunca más dedicaré mi tiempo y energía en aquellos que no lo me lo dediquen a mí.
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿cómo reparten su amor? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.