Por: Martínez Páramo
Vivimos en un mundo donde las ideas y creencias influyen mucho en cómo actuamos y entendemos la vida. Dos de estas fuerzas poderosas, que moldean nuestras decisiones, valores y perspectivas, son el sistema de producción capitalista y la religión. Aunque parecen pertenecer a ámbitos diferentes -uno a la economía y el otro a la espiritualidad- ambos tienen maneras parecidas de influir en las personas y en la sociedad. Por ejemplo, tanto el sistema de producción capitalista como la religión tienen reglas que la gente sigue y promesas sobre lo que obtendrán si las cumplen. Ambas, el Capitalismo y la religión son instituciones que tienen un gran poder sobre nuestras vidas.
El Capitalismo influye en nuestras decisiones económicas, desde el tipo de trabajo que realizamos hasta como gastamos nuestro dinero. La religión, por su parte, guía nuestras creencias, valores y comportamientos, ofreciendo un marco moral que nos orienta en cuestiones de ética, justicia y propósito, diciéndonos qué está bien y qué está mal. Juntas, estas instituciones, moldean nuestras acciones, decisiones y en última instancia, la manera en que vivimos en sociedad.
El siguiente articulo explora cómo estos dos sistemas, aunque aparentemente muy distintos en apariencia, en realidad operan de forma muy similar. Ambos sistemas, moldean nuestras decisiones y configuran la lente a través de la cual percibimos el mundo. Mediante reglas, promesas y mecanismos de control, ambas se entrelazan en nuestra vida diaria, influenciando profundamente no solo en lo que hacemos, sino también en cómo entendemos y experimentamos nuestra existencia.
El sistema de producción capitalista es un modelo económico y social en el que los medios de producción: fabricas, maquinaria, tierras, y capital, son de propiedad privada o corporativa. En este sistema, los bienes y servicios se producen con el objetivo de generar ganancias para los propietarios, en lugar de satisfacer directamente las necesidades humanas. Este sistema se caracteriza por la acumulación de capital, la competencia en los mercados libres y el trabajo asalariado, donde los individuos venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario, que suele ser inferior al valor producido. Aunque fomenta la innovación y la eficiencia, el capitalismo también genera una marcada división de clases y ha sido criticado por perpetuar la desigualdad y la explotación laboral.
La religión es un conjunto de creencias, prácticas y estructuras organizativas que ayudan a las personas a relacionarse con lo sagrado o lo divino. La religión incluye creencias en lo divino y lo trascendental; ritos y ceremonias que expresan estas creencias; textos sagrados que guían a los fieles y una estructura organizativa con lideres religiosos encargados de administran estas prácticas. También fomenta la creación de comunidades de creyentes y establece valores y normas morales para regular el comportamiento de las personas. Este sistema ofrece un marco estructurado para entender la vida y establecer una identidad espiritual y social. En esencia, la religión proporciona una estructura para interpretar la realidad, dar sentido a la vida y establecer normas éticas y sociales, influyendo profundamente en la cultura y la identidad de sus seguidores. La semejanza entre capitalismo y religión se basa en como ambos sistemas operan y mantienen su influencia sobre las personas y las sociedades.
Fe y Dogmas: La religión y el Capitalismo se fundamentan en la fe y en los dogmas. La fe se refiere a la creencia o confianza en algo que no necesariamente puede ser comprobado o demostrado a partir de pruebas reales. Dogmas son las doctrinas o enseñanzas establecidas y aceptadas por un sistema de creencias como verdades fundamentales e inmutables. En lo religioso, los creyentes aceptan ciertos principios y creencias como verdades absolutas, como la existencia de dios, la divinidad de Jesús y -en el caso de la religión católica- la autoridad del Papa. De manera similar, el capitalismo se sustenta en la “fe” del mercado libre, en la idea de que la competencia, el consumo y la acumulación de riqueza conducen al bienestar general. Estos principios funcionan como dogmas económicos que se consideran indiscutibles en la sociedad capitalista.
Promesas Futuras: La religión ofrece la promesa de una salvación eterna y una existencia celestial después de la muerte a aquellos que se adhieren con devoción a sus principios. Este ofrecimiento se extiende a más allá de la vida terrenal, invitando a los creyentes a una recompensa celestial inmutable. En paralelo, el Capitalismo promete una prosperidad tangible, un éxito personal y una calidad de vida superior para aquellos que se entregan al trabajo arduo, a la innovación y a una participación en el mercado. El Sueño Americano simboliza el ideal aspiracional de este sistema, representando el anhelo de lograr riqueza y reconocimiento mediante el trabajo arduo y la dedicación. Este concepto traza una visión de éxito material y social, proyectado como una meta alcanzable en el horizonte de un futuro prometedor.
Instituciones Poderosas: Tanto la religión como el Capitalismo operan mediante instituciones de gran poder e influencia. Estas instituciones juegan roles fundamentales en la regulación y control de sus respectivos ámbitos. La religión se organiza en torno a una jerarquía institucional sólida. Ejemplo: el Vaticano, que dicta normas, regula la conducta y ejerce un control significativo sobre sus fieles. De manera similar, el Capitalismo se sustenta en instituciones poderosas, como las corporaciones, bancos y gobiernos, que no solo regulan la economía, sino que también establecen políticas y determinan las reglas que rigen el juego económico.
Rituales y Prácticas: Tanto la religión como el Capitalismo se fundamentan en rituales y prácticas que fortalecen la confianza en sus respectivos sistemas y consolidan la identidad de sus seguidores. En la religión, estos rituales incluyen los sacramentos como la misa, la confesión y la comunión, que nutren la espiritualidad y la cohesión de la comunidad religiosa. Por otro lado, el Capitalismo se manifiesta a través de rituales como el consumo masivo, el trabajo, las transacciones financieras, los ciclos de oferta y demanda, los cuáles fortalecen la participación en el sistema económico y refuerzan la confianza de su funcionamiento.
Control Social y Cultural: El control social y cultural ha sido ejercido históricamente por diferentes fuerzas, como la religión y el capitalismo; ambas han moldeado profundamente las normas y valores de la sociedad. La religión ha tenido una influencia considerable en la definición de la moralidad, estableciendo lo que se considera correcto o incorrecto en base a sus doctrinas y regulando las conductas aceptables en la vida social y cultural de toda sociedad. Por su parte, el Capitalismo ejerce su control principalmente a través del consumo, la publicidad y los medios de comunicación; los cuáles dictan las aspiraciones, deseos y los valores predominantes. Esto influye en lo que la sociedad percibe como deseable o aceptable. Estos dos pilares, aunque diferentes en sus métodos y enfoques, han jugado un rol central en la construcción y mantenimiento del orden social a lo largo de la historia.
Justificación del Sufrimiento: La justificación del sufrimiento ha sido abordada de manera diversa por la religión y el Capitalismo, cada uno ofreciendo una perspectiva distinta sobre el dolor, la resignación y la desigualdad en la vida humana. En la religión, el sufrimiento se interpreta frecuentemente como una prueba divina o un medio para alcanzar la redención, viendo en el sufrimiento una oportunidad para el crecimiento espiritual y la cercanía con lo sagrado. En contraste, el Capitalismo tiende a justificar la desigualdad y el sufrimiento como consecuencias naturales de la competencia y la meritocracia, donde los éxitos y fracasos se atribuyen al esfuerzo y la capacidad individual, legitimando así las diferencias socioeconómicas como un reflejo del mérito personal. Estas visiones, aunque distintas, han servido para dar sentido y legitimidad a las experiencias de sufrimiento dentro de sus respectivos contextos.
Ambos sistemas crean un marco que define cómo deben vivir y comportarse las personas, ofreciendo un sentido de propósito y orden, pero también imponiendo normas y estructuras que pueden ser difíciles de cuestionar y de cambiar.
of Los Angeles County.