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Los árboles de nuestros antepasados

 

Por: Francisco J. Dueñas

Mientras platicaba con votantes del sur de Los Ángeles para que apoyaran la Proposición 10, me encontraba con el olor de guayabas madurando en los árboles. Para mí es un olor placentero, dulce y limpio que me acuerda del Jalisco de mi padre y mis vacaciones de niño. Para muchos el olor es demasiado fuerte, abrumador. Yo no reniego. Me rindo a la invasión aromática.

Mi papá, como muchos inmigrantes a California—y no solo mexicanos— también plantó árboles y plantas de su país de origen en su casa. Guayabos, nopales, limas mexicanas, chayotes, aguacates. Repartimos la cosecha entre familiares y vecinos. Estas comidas nos atan a nuestras tradiciones y antepasados. Y son más saludables.

Sin embargo, no siempre podemos cosechar todo el fruto de los árboles y mucha se echa a perder. La organización Food Forward tiene la solución. Ellos mandan voluntarios a cosechar la fruta. Te dejan la parte que quieras y el resto la donan a esfuerzos caritativos que alimentan a los más necesitados.

Como toda tradición, hay que cuidar de ella y transmitir el conocimiento del cultivo y la jardinería para nuestras futuras generaciones. Nuestras vidas ajetreadas no facilitan esto y fácilmente se pierden. Tomamos el cultivo por hecho y no valoramos la fragilidad de los árboles y el ambiente.

Ahora mismo los árboles del Sur de California están enfrentando epidemias de pestes invasivas. Se pronostica que podríamos perder el 38% de los árboles. Para combatir esto, además de la sabiduría familiar, puedes ser voluntario en un jardín comunitario o tomar un curso con Tree People o la Universidad de California Cooperative Extension para ser un jardinero maestro. Necesitamos más programas como estos, pero en español, para que se difunda bien esta información a nuestra comunidad. Si tus árboles están enfermos, tómales una foto y mándala al departamento de agricultura del estado.

No todos tenemos casa para plantar un huerto, pero ahora en la ciudad de Los Ángeles puedes sembrar cultivos en las áreas usualmente cubiertas de pasto entre la acera y la calle. De hecho, la organización Los Ángeles Green Grounds se dedica a ayudar a sembrar estos cultivos. Imagínense si cada calle produjera suficiente para suplir las necesidades de sus residentes. Con lo caro que es el costo de la vida, sería bueno ahorrar, por lo menos, una parte de lo que se gasta en comida.

Estos temas son valiosos no solo para nuestra salud y bienestar personal o comunitaria, sino global.  Con el calientamiento global, cada día necesitamos más árboles para limpiar el aire, conservar el agua y proveer el alivio de su sombra. Lo podemos lograr. Este fin de año espero que lo disfruten, compartiendo recuerdos y creando nuevos con sus seres queridos bajo la protección de un árbol.