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Desamor

Cuando Braulio volteó la mirada para retratar en su memoria la forma exacta en que su adolescente amor quedaba dormido sobre la cama totalmente desnudo bajo la luz tenue de los primeros rayos solares, jamás imaginó que a partir de ese momento iniciaría la peor de sus pesadillas. Nunca se sintió enamorado al punto de la locura como en los primeros amores; sin embargo, no podía negar la gran pasión que le despertaba su candente vitalidad. Ambos disfrutaban de los escasos encuentros sexuales entre ellos, a Braulio le gustaba consentir como al mejor de los reyes a ese muchacho que gracias a él descubría los mil y un secretos del erotismo masculino, sin que eso significara un amor como los que se narran en las distintas novelas y diversos relatos. Para Braulio significaba buenos momentos, mientras que para el otro era el candor de sentirse amado, valorado, deseado, respetado.

relaxedSe conocieron mediante un chat de esos que abundan por la red, de ahí muy pronto se contactaron, puesto que entre los dos surgió una actitud relajada de confianza. Braulio siempre fue muy claro en sus intenciones, una y otra vez aclaraba que solamente buscaba algo de diversión, mientras que el otro haciéndose pasar por mayor de edad –aunque aún le faltaban 2 años para cumplir la mayoría- decía que buscaba conocer gente. En cuanto se vieron por primera vez en persona, la chispa en sus miradas comenzó a encender la temperatura de uno y otro. No era necesario alguna otra cosa, solamente hacia falta dar rienda suelta al deseo. Minutos después ya estaban en lo suyo tratando de conocerse, mientras que para el experimentado seductor solamente era cuestión de ir creando reacciones; para el novato cada caricia era algo nuevo, cada beso significaba abrir la puerta para entrar a un mundo nunca antes experimentado.

Cuando Braulio se marchó a su lugar de trabajo, su joven amante aprovechó para revisar todos y cada uno de los rincones de áquel pequeño departamento; había logrado convencerlo de que en vez de llevarlo a su casa, lo dejara descansar hasta el mediodía, que él mismo tomaría un autobús para regresar con sus padres. En unos cuantos minutos pudo descubrir muchas cosas que a los ojos de un hombre celoso eran pruebas contundentes de una infidelidad de las más desleales que se tenga memoria. Sin embargo, en concreto solamente había una evidencia real: un número de celular apuntado sobre una tarjeta de presentación de un tal Axel Morales, dedicado a la venta de seguros para autos. Lo extraño no era tanto el número anotado con bolígrafo, sino un pequeño dibujo que lo acompañaba, que bien a bien, no se sabía qué cosa era. Pero que bastó para provocarle una hoguera interna con los peores sentimientos al imaginarse en escena al tal tipo con su amor.

Pasaron 9 horas antes de que Braulio volviera a encontrarse con el iracundo amante celoso, ese día lo había consumido la carga de trabajo y no había tenido tiempo para extrañarlo; y jamás notó como algo raro el hecho de que el otro no hubiese tratado de contactarlo como a diario lo hacía y para Braulio había significado un gran alivio. Sin el menor de los tactos, inmediatamente al tenerlo frente le gritó mil porquerías groseras pidiéndole que reconociera su ílicita relación con el tal Axel Morales. Braulio entre incrédulo y fastidiado no atinaba a decir palabras congruentes siendo para el otro la prueba fehaciente de que su engaño era de los peores. Cuando por fin, desahogó toda su furia, luego de un largo silencio, Braulio lo obligó a que se bajara de su auto, entonces un cambio de 180° sucedió en la personalidad del antes enojado y agresivo jovencito; le pedía perdón, lloraba asustado como quien ha perdido todo. Pero nada sirvió, Braulio solamente alcanzó a dejarle claro que no quería volverlo a ver nunca más.

Dicen por ahí que no hay nada peor que los penares por desamor y despecho, que esos “sufrires” son de los que matan de amor a las personas. El jovencito despechado siente que ha sido burlado, se siente miserable, por más que lo intenta no logra reconocerse en el reflejo que le devuelve el espejo, siente mucho dolor, pero sobre todo, tiene ganas de destruir lo que su memoria registra como una bella relación con Braulio durante las últimas 3 semanas que lo conoce. Necesita una luz en medio de tanta oscuridad. Constantemente le deja a su traidor amante mensajes de odio y al minuto le vuelve a llamar para pedirle perdón con lágrimas corriendo veloces por su carita de niño. Pero Braulio nunca regresa sus llamadas, ni contesta sus mensajes. Jamás volverán a verse y menos ahora que a tan solo 2 días de sentirse morir conoció un nuevo chico que sin duda volverá hacerlo sufrir porque el drama –para ese hombrecito- es su única forma de vivir la vida.

Por Gabriel Aranda