Por: Mostro Vacci – Photot by: Yuliia Kaveshnikova | Dreamstime.com
A la gente no le cuesta trabajo hacer cosas malas e inadecuadas, lo que al parecer les cuesta trabajo es tomare responsabilidad por sus acciones. Resulta que a la hora de enfrentar las consecuencias de sus acciones, siempre existe algo o alguien a quién echarle la carga. Nuca es nuestra culpa. Resulta que alguien nos incitó a hacerlo, no sabíamos que no era lo correcto o el alcohol nos desinhibió a tal grado que perdimos la razón, pero nunca, pero nunca fue porque quisimos, sino que hay un factor externo que nos induce a tomar las decisiones equivocadas.
Y ahora resulta que también se la pasan diciendo que hacemos cosas malas porque constantemente estamos recibiendo impulsos ajenos que nos empujan hacia el lado oscuro. Porque no es que a nosotros nos haya importado poco las consecuencias de nuestros actos, no. Son esas fuerzas externas las que nos han forzado a tomar determinado camino, por lo tanto, no es nuestra culpa. Es el cucuy.
Curiosamente, he notado que mientras no los descubran, las personas no parecen sentir remordimiento alguno sobre lo que están haciendo. Incluso he visto que llegan a semejante extremo como decir que “les vale madre”, que pase lo que pase o que es mejor pedir perdón que pedir permiso. Y luego, cuando se ven sorprendidos, se convierten en un mar de lágrimas llenos de contrición y arrepentimiento pidiendo perdón y asegurando que no era su culpa o simplemente se ponen en un plan agresivo diciendo que nosotros les orillamos a lo que hicieron por tal o cual razón. La lista de excusas es interminable.
Digo, si vas a ser un patán, de perdida hay que ser honestos. No puedes salir primero con que no te importan las posibles consecuencias que puedan llegar y luego cuando llegan estar todo convertido en una magdalena arrepentida porque eso quiere decir que te sientes mal porque te expusieron y no porque estabas actuando de manera errónea. Eso es la más baja forma de hipocresía. Porque al final de cuentas si te sientes mal por sentirte expuesto y juzgado eso no quiere decir que eres buena persona, sino que la máscara de alguien noble se ha caído y se ha dado a conocer una de tus feas caras reales.
Y para culminar con la montaña de la ironía, ya que se nos acabaron las excusas mundanas, terminamos culpando a seres completamente separados de nuestras acciones. Hasta poseídos resultamos, todo con tal de no aceptar que somos nosotros los que tomamos esas decisiones. No, tiene que haber fuerzas externas que nos han forzado a hacerlo. Si somos infieles, no es porque no nos importaba nuestra relación, sino porque la otra persona nos acosó hasta que caímos. Si nos robamos un dinero es porque los billetes eran demasiada tentación como para dejarla pasar por algo. Si somos crueles es porque la otra persona hizo algo para merecerlo. El caso es que nunca somos nosotros.
Honestamente, no creo que la maldad que existe en el mundo sea necesariamente el resultado de la mala influencia de seres invisibles como poderes enormes que nos engatusan y nos engañan para hacer tal o cual cosa. Robamos porque queremos, mentimos porque queremos, lastimamos a otras personas porque nos gusta ser crueles y hasta matamos porque nos da la gana y a algunos les gusta hacerlo. Pero a la hora de pagar los platos rotos lloriquean y claman que algo los forzó a hacerlo y que no tenían el control. Es una excusa vieja y trillada y sin embargo, sigue siendo algo que se usa constantemente para justificar el por qué hacemos cosas malas.
Llega el momento en que tenemos que ser adultos y reconocer que los seres humanos tenemos un lado oscuro y perverso que es capaz de cosas increíblemente malas. No siempre vamos a ser seres de luz con una sonrisa permanente que solo le trae flores y unicornios al mundo. Honestamente, creo que al aceptar nuestro lado oscuro y verlo como una parte de nosotros, nos convertimos en un ser mucho más interesante, capaz de crear un arte increíble, profundo y poderoso que nos ayuda a explorar la belleza dentro de lo horroroso.
Sin embargo, nos escondemos tras una máscara de bondad que es extremadamente falsa. Nos vendemos como un producto perfecto y nos olvidamos de la belleza de nuestra imperfección, dejando así de lado nuestra capacidad de crear mundos completos, complejos y llenos de magia que se conectan entre sí y nos ayudan a viajar a otras partes. Es nuestra oscuridad la que nos hace más fuertes, son nuestros defectos los que nos hacen mucho más profundos y es nuestra habilidad de decidir lo que nos hace únicos, ya que nos ayuda a ser nosotros mismos y no una copia barata de un ser que ni siquiera existe.
Abracemos nuestra humanidad y aprendamos a tomar la responsabilidad de lo que hacemos, nunca es lo más fácil, pero lo que aprende uno en el camino es invaluable.
O sigamos haciéndonos los inocentes y nos seguiremos ahogando en la mentira…
Y ustedes darlings, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.