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Soñando en la Oscuridad

Aquí me encuentro, en la completa oscuridad; mis ojos me duelen tratando de definir la forma de los cuerpos que pasan junto a mí. Me siento nervioso; es mi primera vez en este lugar y no sé qué debo hacer.

Mi mejor amigo Jorge sugirió que viniéramos a este sitio. Expresó que sería divertido ver esos cuerpos perfectos desfilando, mostrando con orgullo todo lo que poseen. Me dijo que no tendría que ser partícipe si no quería, pero que debía intentarlo.

Lo que él no sabía es que mi sueño era poder verlo desnudo. Me obsesionaba esa idea desde que lo conocí en el gimnasio, pero mis esperanzas se anularon cuando me enteré que estaba casado. Pero cuando pensé que la batalla estaba perdida, me confesó que una noche él había tenido una experiencia con un muchacho en la preparatoria, y pareció gustarle.

Me dijo que había escuchado acerca de este lugar y decidió visitarlo, pues sentía que allí su privacidad estaba asegurada; pero me preguntó si me importaría acompañarlo, para “protegerlo” si alguien decidía acercársele. Todo lo que tenía que hacer era actuar como su pareja para ahuyentarlos. Sólo quería conocer el lugar.

Y aquí estoy, tratando de actuar con naturalidad, pero en contraste me siento confundido; no sé si deba unirme a la acción o sólo ver y sentir cómo enloquezco pensando en lo que me estoy perdiendo.

Mi corazón late aceleradamente cuando siento una mano rozando mi pierna derecha. Intento pararme, pero no me quiero privar de la nueva experiencia. Lentamente, la mano viaja de abajo a arriba en mi pierna hasta alcanzar mis genitales. Mi engrosada herramienta salta al tibio contacto de la mano; y lo dejo actuar libremente; quiero ser parte de ese mundo por lo menos por esa noche. Sin pérdida de tiempo tomé con mi mano la erección de esa persona. Él separó sus piernas para darme libre acceso. De pronto se paró y se situó enfrente entre mis piernas y comenzó a jugar con mi pecho, mis abdominales y mis piernas. Coloqué mis manos a su alrededor y apreté sus firmes glúteos. Él empujó su cuerpo al mío y nuestros miembros erectos se entrelazaron enviando ondas eléctricas por todo mi cuerpo. Cerré mis ojos e imaginé que era Jorge el que me tocaba. Tenía que mantener mi fantasía.

Repentinamente sentí la pierna de otra persona rozar mi pierna izquierda. Pero lo ignoré porque quería continuar soñando y fantasear con que el muchacho que me abrazaba era Jorge.

El muchacho a mi izquierda permaneció allí. Era persistente, y aunque era obvio que lo ignoraba, él siguió presionando su pierna a la mía. Me sentí mal por no poder darle atención pero eso pareció no importarle. El muchacho enfrente de mí notó lo que pasaba y tomó mi mano y la colocó en la pierna del muchacho a mi izquierda. Lo estaba invitando a participar.

Decidí intentarlo y acaricié su pierna. Mi mente comenzaba a jugarme una broma; el muchacho a mi izquierda parecía tener características similares al hombre de mis sueños. Sus piernas eran duras, velludas y gruesas, justo como las que había visto de Jorge en el gimnasio. Dejé que mi mano explorara más arriba y encontré un grupo de abdominales perfectamente definidos. Se sentían cortados y delineados justo como los de Jorge, y cuando toqué sus pectorales me volví loco. Estaban cubiertos con un fino vello que me recordaban aquellos que tanto había soñado; este muchacho se acercaba más a mi visión del hombre perfecto.

Para mi fortuna, noté una sombra en la oscuridad que se acercó al muchacho que estaba parado frente a mí; en segundos ya estaban envueltos en su propio mundo. Se alejaron dejándome con este hombre parecido a Jorge. Realmente quería pensar que era él, pero supe que eso no era posible porque Jorge había sido claro al decir que no sería partícipe en nada, que sólo quería ver, y era obvio que este cuarto era muy oscuro para ese propósito.

Mi mano continuó hurgando hasta que encontré su erección. La jugué un poco imaginando como sería la de Jorge.

Era una pieza perfecta; se sentía muy caliente, no circuncidado pero la piel no cubría toda la cabeza, sólo lo suficiente para formar una ondulación en la base del glande. Lo que lo hacía diferente es que estaba completamente duro y con una curvatura pronunciada hacia arriba, haciéndolo más delicioso al tacto.

Encontré mi camino por entre sus piernas y mis labios besaron ligeramente la punta. Era obvio que él quería más, pero yo preferí tomarme mi tiempo.

Enterré mi nariz entre el nido de abundante vello, tratando de reconocer su aroma, pero sólo olía limpio, como a jabón. Introduje toda su columna en mi boca mientras mis manos continuaron recorriendo su cuerpo. Quería esconder mi cabeza por entre sus piernas; sentí que si realmente era él tal vez se asustaría si sabía que era yo el que estaba allí.

Entre más exploraba, más nervioso me sentía, porque todo concordaba con la figura de Jorge. Comencé a ascender trazando círculos con mi lengua sobre sus abdominales. Mi mano subió hasta su cuello y llegó a la parte trasera de su cabeza. Cuando sentí su cabeza rapada no me cupo la menor duda: era Jorge. Quedé atónito; mi sueño se hacía realidad y mis emociones se desbordaron. No supe si debía continuar ¿qué pasaría si él no estaba consciente que era yo y me rechazaría cuando lo descubriera? Él había dejado en claro que nunca se envolvería con sus amigos. Pero todo este tiempo de espera bien parecía valer la pena.

Mis dudas se disiparon cuando se levantó y me atrajo hacia él. Su rostro quedó frente al mío y me besó profundamente en los labios. Ese beso me hizo estremecer de deseo, era difícil creer que finalmente era para mí. Pero si pensé que eso sería todo, simplemente no pude creer cuando se volteó y se ofreció a mí. En una suave voz me dijo que lo tomara con calma. Me alegró haber cargado un condón conmigo y procedí a colocármelo. Lo quería tomar de una vez pero tuve que hacer uso de mi paciencia.

Comencé a introducir despacio e hice una pausa cuando consideré necesario para que se acostumbrara a la nueva sensación. Mordí su oreja y besé atrás de su cuello. El aroma de su colonia finalmente invadió mi olfato y me excitó aún más. Empujé mi pelvis hacia delante y él acomodó su cuerpo entre mis piernas para poder penetrarlo más. Coloqué una mano en su pecho junto a su corazón y la otra en su miembro sintiendo cómo pulsaban en forma simultanea. Apenas pude definir la expresión de su rostro; su boca abierta respirando fuertemente, mientras sus manos estaban colocadas a cada lado de mi cintura para mantener nuestros cuerpos juntos. La sangre me hervía; de pronto una descarga eléctrica atravesó por mi cuerpo cuando sentí la presión que sus paredes interiores ejercían entre mis piernas apretando mi cuerpo fálico.

Inmediatamente supe lo que le estaba pasando y me apresuré a llegar al mismo punto para acompañarlo en su glorioso orgasmo. Sus dedos se enterraron en mis glúteos y me sentí vulnerable a su dulce tortura. De mí brotó ese caudal de sentimientos que mantuve por él todos estos meses, y quise que él lo supiera.

La sensación fue embriagante. Quedé sin palabras. Quise decir algo pero fue inútil. Nos separamos y él salió hacia las regaderas; mientras me quedaba allí luchando con mi incredulidad.

Tomé una ducha y cuando lo alcancé en los vestidores no pude mirarlo directamente a los ojos, pero su persistente mirada me dio a saber que esa no sería la única vez que estaríamos juntos.